Todos los pesticidas presentan cierto nivel de toxicidad y conllevan riesgos para recién nacidos y criaturas de corta edad.
El riesgo depende del tipo de pesticida, su toxicidad y el tiempo en que la criatura está expuesta: la exposición precoz a ciertos pesticidas, incluso en bajas dosis, conlleva riesgos importantes para la salud de un organismo que se está formando, ya que, al contrario de un adulto, todavía no cuenta con sistemas eficientes para desintoxicar órganos y tejidos. Para la mayoría de las criaturas los alimentos representan la mayor fuente de exposición, puesto que desgraciadamente debido a la utilización extendida de pesticidas en la agricultura convencional, es cada vez más frecuente el multirresiduos, es decir la presencia simultánea de varios residuos de pesticidas en el mismo alimento.
La exposición a pesticidas afecta directamente a la microbiota intestinal: al alcanzar el intestino, pueden crear alteraciones de las especies bacterianas presentes en el mismo, modificando la permeabilidad de la barrera intestinal. Por esta razón la microbiota desempeña un papel fundamental en reducir la toxicidad de los pesticidas, ya que es aquí donde se metaboliza gran parte de los mismos. Por ejemplo, algunos experimentos sobre el modelo animal han demostrado que el clorpirifos, un insecticida muy tóxico ampliamente utilizado en los cultivos y por ello presente como residuo en frutas y verduras, puede favorecer la obesidad y la resistencia a la insulina modificando la composición de la microbiota y sobre todo reduciendo el número de bifidobacterias y lactobacilos, que al principio son las especies más presentes en la microbiota de la criaturas en crecimiento, aumentando en cambio el número de clostridios. Estas alteraciones determinan una disbiosis, que a su vez aumenta el riesgo de enfermedades alérgicas en niños y adultos, principalmente eczema atópico y asma: algunos estudios demostraron que el aumento de clostridios y la reducción de bifidobacterias en la microbiota intestinal de los lactantes provocaron, a la edad de 2 años, la aparición de enfermedades atópicas. Por ello, es muy importante prevenir reduciendo el riesgo de contaminantes en la dieta de las criaturas, eligiendo alimentos cultivados sin utilizar pesticidas: varios estudios realizados sobre niños y niñas pusieron en evidencia que pasando de una dieta basada en alimentos convencionales a una compuesta exclusivamente de alimentos ecológicos se logró reducir los pesticidas (entre los cuales el clorpirifos) en la orina, demostrando que el tipo de producción desempeña un papel fundamental en la exposición a pesticidas a través de los alimentos.
Sobre todo al final de la lactancia, el paso a alimentos más variados y sólidos se considera un momento crucial para la formación de la microbiota del niño, cuando aumenta la biodiversidad que será necesaria para su buena salud: las fibras de frutas y verduras y los cereales se convierten en alimentos fundamentales para el crecimiento, por ello es importante asegurarse de que sean saludables, libres de pesticidas y que procedan de agricultura ecológica, para garantizar también mejores prestaciones antioxidantes y vitamínicas.
